EL HOMBRE DEL BANCO: Bajo el cielo hospiciano.

martes, 16 de febrero de 2010

BAJO EL CIELO HOSPICIANO.


Se revolvió unos momentos entre el amasijo de mantas que lo cubrían haciendo tambalear el montículo de cartones que lo cobijaban bajo la desamparada madrugada. Más allá del recipiente de madera que lo sostenía, el gélido frío cortaba la mañana en cientos de astillas desapacibles. Entre tanto, comenzó a percibir como una calidez serena lo recorría palmo a palmo por todo el cuerpo, avivando las llamas de su existencia en una combustión sólo fruto de sus nuevos pensamientos y que rápidamente lo ayudaron a combatir los primeros copos de una nieve recién parida que lo desafiaba fuera de su guarida apergaminada. Y es en esa templanza carniforme de sus tropicales razonamientos que el hombre del banco se estira cuan largo es y mientras recoge metódicamente el campamento de sus bienes más preciados y apila mantas y cartones doblándolos con una precisión digna del mejor orfebre ocultándolos bajo el asiento público en el que ha dormido, una sonrisa soberbia y cómplice de sus razonamientos se acerca a sus labios y los viste de gala, mientras se retoca el pelo en un pequeño espejo que siempre lo acompaña oculto en el bolsillo interior de su negra americana, hace un par de muecas burlonas con la boca, se guiña un ojo y decide que hoy será un gran día, uno de esos días memorables, digno de marcar el rumbo de su existencia, porque ha recordado súbitamente que tiene grandes amigos esperándolo, deseando compartir sus valiosas posesiones con él, unos camaradas fieles que nunca le fallaran y comprueba con satisfacción que hay tantos como esquinas y calles...así que sin pensarlo dos veces, el hombre del banco se encamina a la sucursal bancaria más cercana a sus aposentos y con aire distinguido traspasa el umbral de la madriguera bancaria.

- Buenos días señorita, quiero hablar con el interventor.

La desconfiada mujer lo revisa con sus miopes ojos de arriba a abajo y tras un minuto de silencio lo hace pasar a uno de los despachos, donde un joven estirado con olor a Hugo Boss le tiende la mano y le muestra sus afilados dientes blancos.

- Buenos días ¿Qué es lo que desea señor?.

- Pues dinero, como todos -sonríe el hombre del banco- ustedes lo tienen en cantidades ingentes y yo lo necesito para montar Oculoris.

- ¿Oculoris?...el joven estirado abre tanto sus ojos viperinos que deja de mostrar los dientes.

- Sí un gran negocio que tengo en mente.

- ¿Y dispone usted de propiedades, trabajo?...

- Hombre, si los tuviera no vendría a pedirle ese dinero, ¿no le parece?...sonríe aún más el hombre del banco...tuve una agencia de viajes pero con la crisis...

- Pues en ese caso señor, no podemos ayudarle. -le interrumpe el hombre de la dentadura blanca-necesitamos un abal, una garantía de cobro...

- ¡Malditos rufianes!, ¡usureros! y yo que pensaba invitarlos gratis a llorar...

Sin dejarlo pronunciar una palabra más el hombre estirado levanta el brazo y hace una señal a un par de uniformados con cara de pocos amigos que custodían la jauría humana.

- ¡Seguridad por favor!.

Y sin darle la menor oportunidad de explicarse, el hombre del banco es sacado a rastras del engañadizo lugar.

Ya en el exterior el hombre del banco pone en practica una de sus mejores patadas voladoras, contra el lustroso cristal que cita: "queremos ser tu banco" y a carcajada limpia se marcha a toda prisa de aquel refugio de estafadores. Pero ni con éstas se niega a darse por vencido...si aquellos mentirosos no le dejaban su dinero, todavía podía valerse por el mismo y sin pensarlo dos veces, regresa a su escondite original, revuelve entre sus enseres y con brillantez, recorta varios pedazos de cartón sobre los que va escribiendo algo con su fabulosa pluma Montblanc. Hecho esto se dirige hasta la entrada del parque y allí se sienta en el banco más soleado sosteniendo un cartón que dice: "Vendo besos", besos lascivos, 1euro, besos de Judas, 0,50 céntimos, besos de cine, 2euros, besos de amistad 0,30 céntimos, besos castos, 0,40 céntimos, besos de amor, 3 euros...

Y allí se queda aguardando una presa necesitada de besos, capaz de elegir entre la variedad de la que dispone, mientras ve pasar a los transeúntes que lo miran de reojo, unos sonríen, otros apuran el paso, otros cambian de dirección, hasta que por fin una anciana que pasea llevando a su gato en una especie de cesta, se arrima al besador y le pide muy amablemente un beso de amigo para ella y su gato. El hombre del banco, galán y caballero, se levanta, le dedica una gran reverencia a la anciana y sin pensárselo dos veces le entrega su mejor beso de amistad al peludo gato negro y un casto beso a la octogenaria.
La anciana satisfecha por el gran acto, le concede un beso "gratuito" al hombre del banco y le deja sobre el cartonaje que lo acompaña un valioso billete de veinte euros, mientras se disuelve entre el paisaje caminando a paso lento por uno de los senderos del parque.

El hombre del banco, alegre y satisfecho, recoge su negocio y regresa pensativo a su banco original donde decide que ya ha trabajado suficiente por hoy e inmerso en sus reflexiones se duerme plácidamente bajo el cielo hospiciano.

10 comentarios:

Anónimo at: 16/2/10 dijo...

Que estupendo Arwen... el hombre del banco tiene un excelente negocio... todos deberíamos formar parte de ese maravilloso negocio de besos y amistad... abriré una cuenta en su "banco"

Besos desde el abismo

{ Arwen } at: 16/2/10 dijo...

Bienvenida Abismo a mi morada con mi amante, las letras...y sí ya lo creo, abre esa cuenta porque tiene un interés muy alto, una rentabilidad segura y grandes condiciones... ;)

Un besote hasta el Abismo. ;D

{ Málaga } at: 16/2/10 dijo...

Aquí venimos a disfrutar de la locura/cordura de este hombre del banco, nunca dejas de sorprendernos. Besos, preciosa!

{ Arwen } at: 16/2/10 dijo...

Gracias Málaga y placer compartido el vivirlo con vosotros ;P seguiré dando esas Caladas literarias para calaros más si cabe con este personaje tan peculiar y especial como es El Hombre del Banco.... ;)

Besazos!!

{ Onminayas } at: 16/2/10 dijo...

De este genial hombre del banco tendríamos todos mucho que aprender... ¿Tú crees, Arwen, que yo de mayor podría ser como este genial artista?

Besos.

{ Arwen } at: 16/2/10 dijo...

Gracias por tu visita Onminayas y yo pienso como tú, que todos le debemos algo, que todos somos un poco el Hombre del banco y yo creo que si te lo propones seguro que lo consigues... ;D

Un besazo y nos leemos. ;P
Arwen

Anónimo at: 17/2/10 dijo...

Bueno, lo leí dos veces querida amiga. y puede que venga una tercera en curso.Es muy bueno y aunque parezca extraño, muchas veces desearia ser como ese hombre del banco que describes.No sé, me sabe a libertad, a emociones y a simpleza. Lo último que tendría por un hombre así sería pena o lástima, muy por el contrario, creo que es en cierto modo un lindo espejo en donde mirarse.

Un besote Arwen, un placer haber leído esto.

{ Arwen } at: 17/2/10 dijo...

Gracias por pasarte Phantom y yo tengo la misma sensación que tú, me alegra que lo hayas leído tantas veces y que te haya llegado tanto...y quedaros cerca, muy cerca...porque el hombre del banco volverá...

Besotes y gracias a todos por estar ahí!.
Arwen

{ Fernando Gili } at: 20/2/10 dijo...

Mi querida señora. Cuando quiera escribir sobre "el hombre gilipollas" será un placer ilustrarla. No, no soy un tatuador, solo soy un completo gilipollas. También soy delfín rojo de natación sincronizada masculina, aunque no venga a cuento.

Siempre suyo
Un completo gilipollas

{ Arwen } at: 20/2/10 dijo...

Completo Gilipollas bienvenido por aquí y tendré en cuenta tus ilustraciones. Por cierto me gusta la sincronizada (aunque no venga a cuento)

Un saludo.

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