El ruido de la metralla se hace ensordecedor y el fuego dibuja en la noche sombras que se diluyen y mueren delante de nosotros para pasar a formar parte de la tierra. Las bajas se suman de uno y de otro bando y el cielo ruge furioso, condenando todas nuestras acciones mortales y como castigo nos envía una tormenta desmedida en mitad de la noche cerrada. El cielo rompe a llover con tanta fuerza que el terreno arcilloso, se pega a nuestras viejas botas frenándonos el avance en seco, pero el bombardeo de la artillería está preparado, con cincuenta hombres sobre sus posiciones, esperando mis órdenes. Frente a nosotros la línea enemiga se concentra en el gran valle, dispuesto a no dejarnos pasar y a poner el punto final a nuestra ofensiva al menor descuido. Así que la única salida es lanzar un golpe demoledor para coger al enemigo por sorpresa y coartarles la salida natural del valle y arrojarlos sobre la ribera del río. Sin artillería suficiente su única alternativa será la rendición. La lluvia sigue golpeando los charcos formados en los cráteres de un obús. Uno de mis hombres canturrea en voz baja una melodía sobre madres e hijos, mientras recostado en la trinchera se agarra a su fusil y baja los ojos, el agua nos va limpiando el rostro y los pecados y con ella la visión nocturna se complica, todavía más. A mi lado otro soldado reza y la oscuridad sólo es iluminada fugazmente por el fuego de la metralla. La compañía está lista y a mi señal la avanzadilla se sumerge en las frías aguas para cruzar al otro lado.
- Mi capitán, ¡yo no sé nadar!. - es Paco, un joven de poco más de veinte años, algunos menos que yo y que padece el mismo pánico que yo por el agua...
- Nos agarraremos a la cola de esa burra para pasar.
Así que enganchados a la cola del torpe animal logramos cruzar el río. Ya en el otro lado nos separamos buscando posiciones. Entre la sinfonía de los bombardeos una voz me nombra. Me adentro con cautela entre un sendero de matorral siguiendo su eco.
-¡Alto! -grita la misma voz de sonidos agudos.
Y una nueva explosión ilumina la zona por unos momentos y lo que tengo frente a mi clavado y mirándome sin expresión es un niño que no ha cumplido los ocho años, apuntándome con su fusil que en extensión es más largo que él y antes de que la luz se extinga reconozco un medallón colgado de su delgado cuello...¡no puedo dispararle!, ¡es sólo un crío!...
Horas más tardes Paco, el Sargento de la Quinta Compañía que ordenaba el Capitán Martín, encuentra un medallón junto al fusil de Martín pero por más que lo intentan no logran dar con su capitán.
- Mi capitán, ¡yo no sé nadar!. - es Paco, un joven de poco más de veinte años, algunos menos que yo y que padece el mismo pánico que yo por el agua...
- Nos agarraremos a la cola de esa burra para pasar.
Así que enganchados a la cola del torpe animal logramos cruzar el río. Ya en el otro lado nos separamos buscando posiciones. Entre la sinfonía de los bombardeos una voz me nombra. Me adentro con cautela entre un sendero de matorral siguiendo su eco.
-¡Alto! -grita la misma voz de sonidos agudos.
Y una nueva explosión ilumina la zona por unos momentos y lo que tengo frente a mi clavado y mirándome sin expresión es un niño que no ha cumplido los ocho años, apuntándome con su fusil que en extensión es más largo que él y antes de que la luz se extinga reconozco un medallón colgado de su delgado cuello...¡no puedo dispararle!, ¡es sólo un crío!...
Horas más tardes Paco, el Sargento de la Quinta Compañía que ordenaba el Capitán Martín, encuentra un medallón junto al fusil de Martín pero por más que lo intentan no logran dar con su capitán.
Tras revisar los hechos y confirmar su muerte, el Sargento Paco se dirige en tono afligido al Teniente de la compañía:
- Señor, yo conozco ese medallón...pertenece a la prometida del Capitán. Lo sé porque Martín y yo éramos muy buenos amigos, nacimos en el mismo pueblo y nos criamos juntos, es un pequeño municipio donde nos conocemos todos y María, lo llevaba siempre colgado. También sé que en los cinco años que llevamos aquí Martín no lo guardaba, lo poco que tenía de ella era una foto...no me explico que hace junto a su fusil.
Semanas más tarde, María recibe una carta del frente firmada por el Sargento Paco Garcia, en la que se le comunica la desaparición del Capitán, fallecido en un desafortunado accidente al caer en unas arenas movedizas. Junto a la carta le hacen entrega del medallón.
María rompe a llorar recordando que el medallón se lo regaló ella a su hijo, poco después de enviudar y días antes de que un destacamento del bando contrario al de Martín, se lo llevara en contra su voluntad a la guerra.
- Señor, yo conozco ese medallón...pertenece a la prometida del Capitán. Lo sé porque Martín y yo éramos muy buenos amigos, nacimos en el mismo pueblo y nos criamos juntos, es un pequeño municipio donde nos conocemos todos y María, lo llevaba siempre colgado. También sé que en los cinco años que llevamos aquí Martín no lo guardaba, lo poco que tenía de ella era una foto...no me explico que hace junto a su fusil.
Semanas más tarde, María recibe una carta del frente firmada por el Sargento Paco Garcia, en la que se le comunica la desaparición del Capitán, fallecido en un desafortunado accidente al caer en unas arenas movedizas. Junto a la carta le hacen entrega del medallón.
María rompe a llorar recordando que el medallón se lo regaló ella a su hijo, poco después de enviudar y días antes de que un destacamento del bando contrario al de Martín, se lo llevara en contra su voluntad a la guerra.
...El hombre al que amó no volverá y con el medallón en la mano, presiente que su hijo tampoco...
7 comentarios:
Mi querida señora. El texto es precioso, lo admito. Pero al final no hay fornicio. Tampoco al principio. Menos en el nudo principal. Cuando leo algo donde no hay fornicio me entristezco. Si fornicáramos mas habrían menos guerras, aseguro.
Siempre suyo
Un completo gilipollas
Coincidimos pues con Lennon! :)
Hola Arwen, un relato estremecedor, donde las imagenes nos permiten estar ahi.
Un abrazo
Me ha parecido magistral, te felicito.. besos
Gracias Tr un abrazo y me alegra que vengas hasta aquí a descubrirlo conmigo.
Un saludo.
Y Beker, bienvenido a Sólo Una Calada Más. Espero que tu estancia aquí sea de lo más agradable y por supuesto muchísimas gracias por ese "magistral" y tu felicitación.
Besos.
Arwen
me encanta este texto....me trae recuerdos...muchos recuerdos...gracias guaaaaaaaaaaaaapa
Pues me alegra muchísimo Cadáver, muchos besos y disfrútalo. ;D
Arwen
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